sábado, 17 de septiembre de 2011

Buscando el lago Prile (I)

Volviendo al tema de la historia de Grosseto, que lo había dejado abandonado desde hace un tiempo, había pensado en escribir algo un poco más aburrido de lo habitual, pero luego me he dado cuenta de que no hay necesidad. Puedo hablar de cualquier cosa usando las chorradas a las que os tengo acostumbrados pero con el máximo de profesionalidad. Os voy a poner hasta dibujos y todo. Así que allá voy.

No se puede entender la historia de una ciudad sin antes conocer un poco el sitio donde se encuentra. Con eso los arqueólogos intentan responder a la pregunta ¿y por qué carajo me he encontrado esto aquí? Y para eso, para conocer la evolución del territorio a lo largo de los siglos, es para lo que sirve una cosita llamada arqueología del paisaje. En el caso de Grosseto esta movida es bastante importante porque lo que se ve hoy no se parece en casi nada a lo que había hasta hace no mucho. En Grosseto existe (o al menos existía) un museito dentro de la facultad de arqueología que contaba todos estos cambios a través de paneles, que es de donde he sacado los dibujos q vais a ver.

No sé si os acordáis de que en otro post os conté que Grosseto se situaba en una llanura enorme cerrada por montañas y que acaba en el mar. Pues bien, en la antigüedad esa llanura no existía y todo ese terreno lo ocupaba una gran laguna de agua salada unida con el mar por una pequeña boca y que los romanos llamaron lago Prile. La zona estuvo poblada desde la prehistoria pero no fue hasta la Edad del Bronce (entorno a los siglos XI-X a.C.) cuando se empezó a desarrollar la primera gran cultura importante de la zona, la etrusca. Ya os hablaré más tranquilamente de los etruscos en otro lado, ahora lo que nos interesa es que hacia los siglos IX-VIII a.C. entorno a esta laguna surgieron dos ciudades principales: Vetulonia, en lo alto de las montañas, y Roselle, sobre dos pequeñas colinas en la orilla del lago.


La llanura de Grosseto hace 5.000 años.

Ya en ese momento la economía de la zona giraba entorno a dos recursos principales: el comercio, sobretodo el que se hacía por vía marítima, y la sal. En ambos casos el lago era una pieza clave: era navegable, y por tanto servía como puerto natural, y era salado, por lo que en sus márgenes se construyeron salinas. Ahora la sal no nos cuesta nada, pero en la antigüedad era un bien de primera necesidad. Sin sal los seres vivos no pueden vivir, por eso se les da a los animales domésticos, y hasta hace poco era uno de los pocos métodos para conservar los alimentos. Por eso, en una época en la que los sistemas para obtenerla eran bastante primarios, la sal era una mercancía cara y necesaria.

La cosa no cambió mucho tras la conquista romana. Las ciudades etruscas perdieron importancia a favor de las nuevas colonias romanas y el campo se llenó de villas más o menos grandes que explotaban los campos cercanos. El lago y el río Ombrone continuaron usándose como vía de comunicación (el puerto romano del río Ombrone fue descubierto el año pasado), y las salinas siguieron en funcionamiento, aunque aún no se han descubierto.


La llanura de Grosseto en época romana, con las villas entorno al río Ombrone.

Y llegamos a la Edad Media, y el listo que me diga que es una era oscura se llevará un patadón en el culo, con lo bonita que es. La zona, como la mayor parte de Italia, fue invadida por los longobardos, un pueblo bárbaro (como nuestros visigodos), la mayoría de las villas fueron abandonadas o sustituidas por pequeñas aldeas y las ciudades perdieron importancia. Roselle siguió siendo la sede episcopal, que era de las pocas autoridades que quedaban en la zona, pero hacia el siglo IX quedó prácticamente abandonada, por lo que el obispo cogió sus bártulos y se trasladó definitivamente a Grosseto.

Grosseto en principio era una aldeita de cabañas de madera y adobe, situada cerca del río y de la principal carretera que atravesaba la región, la vía Aurelia, que recorría el litoral tirrénico uniendo Roma con Pisa. Este pueblecito va creciendo poco a poco gracias al comercio y, de nuevo, la explotación de la sal. Cuando el obispo se traslada a vivir allí puede decirse que se convierte por fin en una ciudad que empieza a funcionar como una especie de capital de la zona.


Aspecto que podría haber tenido Grosseto en un principio.

Durante casi todo el medievo, la región estuvo controlada por la familia Aldobrandeschi, que a ratos eran colegas del emperador de turno del Sacro Imperio, a ratos eran más amigos del Papa, y la mayor parte de las veces hacían en sus tierras lo que les salía de los huevos, dándose de bofetadas con uno y con otro, con las repúblicas independientes vecinas o con las ciudades de sus propios dominios que reclamaban más autonomía. Lo dicho, un berenjenal de tres pares de narices.

El caso es que Grosseto intentaba independizarse del control de la familia esta y convertirse en una república independiente como lo eran ya otras ciudades toscanas (Siena, Luca, Florencia, Pisa…), pero nunca lo consiguió. En el siglo XIV fue invadida por Siena. Es en ese momento cuando se construyó la primera gran muralla de la ciudad y se iniciaron los trabajos de la catedral. La sal que se obtenía en el lago venía almacenada en una especie de minifortaleza llamada cassero del sale


El cassero, entrada principal a la ciudad durante el dominio sienés.
  

La llanura grossetana en el siglo XIV.


Cassero del sale.

Fue justo cuando el poder de Siena empezó a disminuir, primero con la Peste Negra y luego por el empuje cada vez mayor de Florencia, hasta que en el siglo XVI, todo el territorio sienés, Grosseto incluido, pasó a formar parte del Gran Ducado de Toscana, gobernado por los Medici. Es entonces cuando se construye la muralla actual, convirtiendo a Grosseto en una fortaleza que protegiera el extremo sur del ducado frente a posibles ataques del Papa.


Construcción de las murallas mediceas y el nuevo cassero, que englobaba el anterior.

¿Pero que pasaba con el lago? Durante la Edad Media siguió usándose como antes, pero algo empezaba a cambiar. Los sedimentos que traían los ríos que desembocaban en él fueron colmatando poco a poco el lago, de forma que su superficie fue disminuyendo y en las orillas empezaron a aparecer zonas poco profundas y ciénagas, que podían utilizarse como zona de caza. Con los Medici la cosa siguió igual pero poco a poco la laguna se fue colmatando y acabó convirtiéndose en una ciénaga. El tema de la sal se dejó y la ciudad empezó a decaer. A esto hay que sumarle las enfermedades: en las ciénagas hay mosquitos y uno de ellos es un poco más cabrón que el resto porque te contagia la malaria. Sin vacunas ni insecticidas la peña moría a puñados, hasta el punto que durante seis meses al año (primavera-verano), toda la administración y organismos oficiales de Grosseto se trasladaban a Scansano, un pueblo de las montañas a unos treinta kilómetros y más aireadito. Así la gente no la palmaba, pero la ciudad quedaba prácticamente desierta.

Bueno, creo que con esto de momento habéis tenido bastante, que tampoco quiero abusar de vuestra paciencia de no historiadores, aunque alguno hay por ahí. Ya seguiré con el tema un poco más adelante, porque lo poco agrada y lo mucho cansa.

1 comentario:

  1. wo wooo!
    cuanto sabe el pete de italia, jajaja.
    muy interesante lo del lago. ;)

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