A todos los que estudiamos un idioma distinto al nuestro nos ha pasado alguna vez: nos tiramos años yendo a clase, memorizando listas de palabras, practicando a la mínima que podemos, viendo pelis y series en versión original… Y al final, cuando nos vamos al país donde lo hablan, resulta que no entendemos un carajo de lo que nos dicen y ellos no entienden ni una palabra de lo que les decimos nosotros. Frustrante. Pero es que no nos damos cuenta de que muchas veces no es culpa nuestra, sino de otros factores que generalmente no nos explican en clase pero que podríamos deducir nosotros mismos, ya que en el español también están presentes: no todos los que hablan una lengua la hablan igual ni hablan de la misma forma con todo el mundo. Resumiendo: en todas las lenguas existen acentos distintos y expresiones o palabras que se usan dependiendo de a quien tengamos delante.
Y chavales, Italia no es distinta, al contrario. Hasta que no estuve aquí y empecé a hablar con la gente, no me di cuenta de la cantidad, no sólo de acentos, sino también de dialectos que existen en este país. Y que nadie me diga que en el caso del italiano eso no importa mucho porque a fin de cuentas es muy parecido al español y siempre se entiende. Y un cuerno. A veces oyes cada cosa que dirías de todo menos que el que lo ha dicho es italiano.
El uso de una lengua, por lo general, está relacionado con un territorio y por tanto, también con su evolución a lo largo de la historia. En el caso de Italia, tenemos un estado bastante joven, resultado de la unificación, hace justo 150 años, de los diferentes estados en los que se dividía la bota (Estados Pontificios, Lombardía, Véneto, Gran Ducado de Toscana, Reino de Nápoles y dos Sicilias…). Cada uno de esos trocitos tenía una o varias lenguas que se parecían poco o nada unas a otras (Hablando claro, un milanés y un napolitano, por ejemplo, eran incapaces de entenderse). Tras la unificación, era necesario declarar una lengua oficial, común a toda la población y sobretodo a la administración, porque si no, a ver quién era el guapo que se aclaraba. Fue entonces cuando se proclamó el italiano que conocemos hoy como única lengua oficial de Italia.
Italia antes de la unificación de 1861 |
Dante Alighieri. Guapérrimo ¿eh? |
¿Y entonces qué pasó con el resto de dialectos y lenguas? ¿Desaparecieron? Pues no. La mayoría han sobrevivido hasta la actualidad, algunos incluso están protegidos a nivel institucional, siendo usados todavía por gran parte de la población. Rara es la región que no tiene su propio dialecto. Por supuesto, lo mismo ocurre con los acentos (no confundir acento con dialecto; el primero se refiere a la entonación con la que se habla, el segundo es una forma similar al italiano pero que no llega a tener el nivel de lengua).
Y no os podéis imaginar lo que mola eso. Algunos acentos y dialectos son divertidísimos. Yo, después de vivir aquí dos años, soy capaz de reconocer algunos, los más característicos, pero del resto lo único que sé decir es si son del norte o del sur, sin especificar zona. Para que os deis cuenta, he buscado fragmentos de películas y canciones en los que se nota la diferencia. Muchos no habláis italiano, pero da igual, la cosa es distinguir la entonación.
Y como no podía ser de otro modo, empezamos con la Toscana. Aquí cada provincia tiene un acento propio (la zona de Livorno, la de Grosseto, la de Florencia…), aunque yo aún no llego a distinguirlos o a asociarlos con una zona en concreto. A excepción del livornés, que es supercaracterístico. Es un acento muy nasal y, cómo decirlo, muy… “arrastrao”. Y para que lo veáis, os pongo un video de un par de humoristas liborneses, “Il nido del cuculo”, que se dedican a doblar trozos de películas al estilo de nuestro “El Informal”:
Una característica que sí es común a casi toda la Toscana es la pronunciación aspirada del sonido /k/ (casa, cameriere, quattro = hasa, hameriere, huattro), que parece que viene desde el medievo pero que no se produce en todas las palabras. Cómo dijo una vez Roberto Benigni (también toscano, de Arezzo): “Un caffé, due haffé, tre caffé, quattro haffé”. La misma palabra con una pronunciación distinta según la palabra que le precede. En relación a esto, todos los italianos saben que para tomar el pelo a un toscano basta con decirle que vaya al bar a pedir una “Coca-Cola con la canucia corta corta di colore colorato”. Aquí tenéis un ejemplo de canción en la que se reivindica la “belleza” de esta forma de pronunciar, un rap del grupo Manu PHL, “Jente Di Toscana”:
Y nos vamos hacia el sur de la península, a la bella Napoli. Allí todavía se sigue usando el dialecto campano, con sus variantes regionales. Estando aquí hice un viaje a la zona de Nápoles y Salerno para visitar las ciudades del Vesubio y os aseguro que no me enteraba de nada de lo que hablaba la peña. Pero no me deprimí porque sabía que a los italianos del norte les pasa lo mismo cuando bajan a las regiones del sur. Eso se ve muy bien en “Benvenuti al sud” (“Bienvenidos al sur”), una película de 2010 dirigida por Luca Miniero, remake de la francesa “Bienvenidos al norte”. En ella, un empleado de correos de Milán es trasferido (como castigo) a la oficina de un pueblecito de Salerno. Durante toda la peli, que no es nada del otro mundo pero que es simpática, se van viendo y desmintiendo muchos de los tópicos que la gente del norte tiene de la del sur. Uno de ellos es, claro, el idioma (es una película que se tiene que ver por cojones en versión original):
Un poquito más abajo, en la Puglia (la zona del tacón), tienen otro dialecto, que yo no llego a distinguir del campano pero que no tiene nada que ver. Se ve bastante bien en la comedia “Oggi sposi”, del 2009, dirigida por Luca Lucini. En ella, Niccolo, un policía de Bari, quiere casarse con su novia indú, y se lo dice a sus padres, una pareja de campesinos tradicional. En el dialecto pugliese, como en el campano, tienden a pronunciar con la boca muy abierta y a comerse el final de las palabras, lo que da lugar a chistes y juegos de palabras. Repito, basta que os fijéis en la entonación, yo no soy capaz de entenderlo todo, casi no parece italiano:
Y ya para terminar, que esto se está alargando demasiado, como siempre, os pongo el dialecto que más me gusta de todos los que he oído hasta ahora: el romano. Si es que no podía ser otro. Es un dialecto un poco vasto, un poco barriobajero, muy gutural, en el que se pronuncia con la boca muy abierta, comiéndote el final de las palabras y muchas veces cambiando las eles por erres. Si lo escriben, también usan la j para hacer el sonido de nuestra “ll”, así que entre unas cosas y otras, si lo lees, te parece que lo ha escrito un andaluz (“er mejo” (romano)= “il meglio” (italiano) = el mejor (español)). Es perfecto para los hombres, porque es muy de macho, pero en una tía, sobretodo si es joven y mona, queda fatal.
Y la peli que os he elegido es además un ejemplo del sentido del humor italiano. Los dobladores de las películas de dibujos de Asterix y Obelix han sido coherentes y a los legionarios romanos les han puesto, como no, acento romano. Aquí tenéis un trozo de “Axterix en Bretaña” (en italiano “Asterix e la pozione magica”),de 1987 (el comic es de 1966):
¡Ah, ya se me olvidaba! Otra cosa muy característica del italiano y que tampoco nos dicen cuando lo estudiamos es el tema de los gritos: existen, según las zonas, ciertos gritos que en sí no significan nada, pero que se usan para todo: para saludar o insultar, para avisar de algo o para expresar sorpresa o cabreo, para empezar una frase o para terminarla. En Roma usan AOOOOO!!! (lo escuchas continuamente), en Nápoles WEWEEEE!!!! Y en Cerdeña AIOOOOO!!!!! No me digáis que no mola.
Bueno chavalada, pues hasta aquí hemos llegado. Muy pronto, como siempre, más y mejor. Un abrazaco.
jaaaaaaaaaaaaaajajajajajaja!
ResponderEliminarme meo con er romano killo, iguá q s'istuvierah kí, jajajaja!
mu chulo pete, un abrazo!
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