Es bien sabido que en Italia basta con hacer un agujero en el suelo para encontrarse con un yacimiento arqueológico. Si no, que se lo pregunten a los que están haciendo la ampliación del metro de Roma… Y como buen arqueólogo que pretendo ser, una de las cosas que quería hacer durante mi, inicialmente, breve estancia, era participar en una excavación.
Al mes de estar viviendo por aquí y de currar en el museo, surgió la oportunidad. Osbaldo, uno de esos personajes entrañables de los que os hablaré más tranquilamente en otro sitio, nos invitó a mí y a mi compi de prácticas, Ibon el vasco (también os hablaré de él y de otros próximamente), a una excavación en un pueblecito cerca de Grosseto llamado Vetulonia. Cuando oí el nombre me quedé a cuadros: Vetulonia, ¡una de las ciudades etruscas más importantes! Uno de los motivos para que yo acabara en la Toscana fue el hecho de que quería trabajar, al menos una vez en la vida, con piezas etruscas, que en España pues como que no hay. Imaginaros entonces lo que suponía para mí excavar en una de sus ciudades.
Un adelanto del siguiente post. ¿Os habéis fijado en lo atractivo que es el mozo de rojo? |
La civilización etrusca se desarrolló más o menos entre los siglos X y II a.C. en Italia. Ponerle un final es un poco complicado porque no es que desaparecieran, es que, como otros muchos pueblos, fueron conquistados por los romanos y perdieron poco a poco sus rasgos característicos. Ya los historiadores antiguos no sabían de dónde carajos habían salido y aún hoy se discute el tema. Unos dicen que eran indígenas italianos, otros que llegaron desde alguna zona del mar Egeo. Vaya usted a saber. El caso es que ocuparon una parte importante de la península, con un núcleo en el territorio situado entre los ríos Arno y Tiber y con cierta proyección más allá de los Apeninos, por la zona de Bolonia, en Umbria y demás. Fueron, según los griegos, una de las culturas más desarrolladas de Italia en un momento en el que de Roma aún ni se hablaba. La propia Roma, según la tradición, tuvo varios reyes etruscos, alcanzando en ese periodo su primer gran desarrollo como ciudad.
Para poder estudiar mejor una cultura y favorecer su digestión, los historiadores y arqueólogos solemos dividirla en trocitos. Somos así de raros. Pero como esto no es una tarta, esas porciones no dependen del número de niños chillones que haya en el cumpleaños, sino de otras cosas más o menos abstractas. En el caso de los etruscos, estas divisiones vienen fijadas por cambios importantes en el registro arqueológico (en cristiano, los momentos en los que empiezan a aparecer cosas nuevas o distintas). Según esta clasificación, la cultura etrusca se divide en: Villanoviano, orientalizante, arcaico y clásico.
En la fase villanoviana se empieza a ver que esta gente es distinta a las demás. Muchas pueblos y granjas se abandonan y la población se concentra formando ciudades fortificadas, como Cerveteri, Tarquinia, Vulci, Arezzo, Populonia, Vetulonia, Volterra… ¿Por qué justo en ese momento? Ni idea, pero eso implica la existencia de un poder político lo suficientemente fuerte como para controlar un gran territorio. Probablemente existiría algún tipo de monarquías locales. La peña vivía en cabañas de madera y adobe y eran famosos por su habilidad en el trabajo de los metales.
Típica cabaña villanoviana, con cerdicos y todo. |
Precisamente, esta zona es muy rica en metales, sobretodo en hierro, que en la antigüedad valía una pasta, así que no tardaron en empezar a llegar griegos a los puertos etruscos para comprar. Claro está, los etruscos los recibieron con los brazos abiertos y el culo en pompa, porque eso significaba muchas pelas (y jarrones monísimos a precio de saldo). Empieza así una nueva fase, hacia los siglos IX-VIII a.C., la de máximo desarrollo de la cultura etrusca, llamada orientalizante, por la influencia que recibe de oriente. Fue una revolución no solo económica sino también cultural. Con los griegos llegaron toda una serie de ideas, conocimientos y objetos hasta entonces desconocidos: la moneda, la escritura, nuevos ritos sociales como el simposio (el banquete aristocrático), materiales nuevos como el marfil o el ámbar, la cerámica griega, nuevas técnicas de construcción y producción y bla, bla, bla. Seguramente grupos de artesanos y comerciantes griegos se instalarían en los centros etruscos, produciendo así una mezcla cultural que explica que ahora encontremos en las excavaciones cosas como escarabeos egipcios, esculturas de dioses orientales o tumbas con leones y leopardos pintados en las paredes, por poner un ejemplo.
Tablilla de Marsiliana. Es de marfil, se cubría de cera y se usaba para escribir. En la parte de arriba aparece grabado el alfabeto griego. Fue encontrada en una tumba etrusca. |
Tumba etrusca de los Leopardos, en Tarquinia. Los frescos de las paredes reproducen una escena de simposio al modo griego |
Gracias al comercio, hay cada vez más gente con pelas, por lo que a un cierto punto, las monarquías empiezan a ser sustituidas en algunos casos por oligarquías, en las que el gobierno recaía en unas pocas familias. Un sistema también muy cercano al mundo griego. A estos gobernantes se les da el nombre genérico de “príncipes”.
Portaperfumes de cerámica con decoración pintada de estilo corintio, encontrados en tumbas etruscas. |
El chollo empezó a acabarse entorno al siglo V a.C., cuando el comercio de la zona se ve monopolizado por las ciudades estado griegas del sur, sobretodo por la ciudad siciliana de Siracusa. Los ataques y saqueos continuos de las ciudades y puertos etruscos hacen que se aíslen del exterior. Los materiales y objetos de este período son más cutrecillos y, al contrario que en fases anteriores, las ciudades situadas en el interior ganan importancia respecto a las costeras.
Y llegados a este punto, aparece el tercero en discordia, Roma, que poco a poco comienza a anexionarse el territorio etrusco en su expansión hacia el norte. De hecho, la primera gran conquista de la historia de Roma fue una ciudad etrusca, Veio, en el año 396 a .C. Fue destruida, su población asesinada o vendida como esclava y su territorio repartido entre la población romana. Eso es hacer las cosas bien. Después de eso, la expansión hacia el norte se detuvo durante casi un siglo y después fue imparable. Mientras que la conquista de las ciudades etruscas del sur fue bastante cruenta, las del norte se fueron uniendo de forma algo más tranquila, de modo que a finales del siglo III a.C. Roma controlaba todo el territorio. Empezó así el proceso de romanización de la zona, que hizo que los etruscos empezaran a adoptar elementos de la cultura romana, perdiendo los propios (unos siglos antes había pasado lo contrario, los romanos habían copiado bastantes cosas a los etruscos).
Después de eso, lo más destacable fue la conocida como “Venganza de Sila”. En el siglo I a.C., dos facciones se enfrentaron por el poder en Roma: los populares, dirigidos por Mario (tío político de Julio Cesar, que aún era un crío), y los aristocráticos, dirigidos por Sila. Al final ganó Sila, que era un poco cabrón y se dedicó, entre otras cosas, a vengarse de los que habían apoyado a Mario, entre ellos las ciudades etruscas. Muchas de ellas fueron arrasadas, aunque repobladas tiempo después.
Ya entonces poco quedaba de lo que había sido la gran cultura de la costa tirrénica italiana, aunque varios historiadores romanos, entre ellos el emperador Claudio, se interesaron por su historia. El etrusco era ya una lengua muerta en los primeros tiempos del imperio.
Pues hasta aquí hemos llegado. He intentado hacerlo breve aunque me haya quedado un poco largo al final. En el siguiente, más y mejor, con los mejores momentos de la excavación. ¡Un abrazaco!
WOOO! voy a acabar siendo un experto en etruskidad! jajaja, lo añadiré a mi curriculum! jajajaja.
ResponderEliminarq chulo pete, es la primera vez q leer algo de historia me resulta interesante, jaja!
ya te comentaré una cosa cuando hablemos on chat.
WOO!